Los años siguen pasando y la juventud me está abandonando, con el pasar de los años de el amor y la experiencia e hecho de mi vida una burbuja de sueños, tan sensible, tan dócil que a veces temo que pueda reventar y que todo aquello que he construido lo pueda perder.
Sigo siendo ese mismo hombre, loco, fuerte y sobre todo muy enamorado de la vida, aunque la expresión de ese amor se vaya marchitando, quizás nunca fui ese poeta que pensaba ser, pues recuerdo que en cuestión de un minuto con un lapicero podía escribir un verso a la medida de la exigencia de una mujer.
Que difícil es asentar los años que llevo viviendo, y aun más cuando miro a mi alrededor con los hijos que amo tanto, y trato de reflejar mi juventud en ellos, riéndome de las travesuras, de sus ocurrencias, gozando su amor. Mi vida fue hermosa, y sigue siendo hermosa, con todos los altos y bajos, viví y vivo el mundo que invente, y lo creo tanto que lo siento real, y cuido que siga siendo así, ese mundo es mi familia, tan bella como ninguna, tan única y unida.
Pero lo cierto es que como todas las vidas, la mía es una burbuja, que en cualquier momento podría reventar, y es allí donde creo en Dios, aunque suene hipócrita de mi parte, creo en Dios, porque quien mas podría proteger esas vidas dentro de aquella burbuja que son todo mi mundo.
Insisto al decir, que, que difícil es asentar y aceptar que los años no pasan sin avisar, sin cobrarte hasta la última arruga, pelo, suspiro y pecados que hayamos cometido.
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