sábado, mayo 31, 2008

YO ERA SU AMOR NUMERO "SIN CUENTA Y UNO MAS" A SUS 19 AÑOS DE EDAD

Mi vida a los 26 años se puede decir que la he disfrutado con muchas mujeres y consecuentemente mucho sexo, pocas fiestas y casi nada de trago. Con muy Poco amor pero con mucho placer. Y esto me lleva a contarles aquella historia que tuvo co mo centro a una mujer que hizo de mi vida en un tiempo no muy lejano un dolor de cabeza.


Recuerdo que empezaba el primer día del segundo ciclo de universidad, estaba desanimado pues el ciclo anterior, no había tenido ni una conquista, ni siquiera un pequeño rose con la menos deseada del salón, pero bien, empezaba otro ciclo y mi suerte rodaba entre las nuevas estudiantes. Y muy tranquilamente empecé mis dos primeras clases, me senté en la parte final del salón para tener una mejor visión del panorama de los pasillos que parecían una pasarela de bellezas desfilando ante mí y, fue entonces cuando me fije en una mujer más apetecible que las anteriores, de una figura esbelta, cabellos negros, estaba seguro que me estaría buscando entre los salones, así lo pensé con una sonrisa de villano, hasta que la perdí de vista entre el pasadizo y la puerta del salon, mis ojos sintieron la necesidad urgente de volver a presenciar esa belleza, entonces salí en busca de ella y en la puerta ya saliendo mi boca y su boca estaban más cerca que nunca, era el sueño más rápido que se me había cumplido sin hacer ninguna plegaria anticipada, y allí estaba frente a mí iluminandome con su mirada y su aliento que quemaba a viva voz, mis labios, entonces la bese , la bese con un beso colmado de imaginación, y haciéndome a un lado dije” permiso”, y sin regresar a mirarla me dirigí al baño muy sonrojado.

El gran conquistador con algunas guerras perdidas en los últimos meses había tenido otra derrota ; no estaba seguro de lo que había sucedido, ya después de haberme refrescado la cara con un poco de agua regresaba al salón más calmado, y !horror! y no lo digo porque algo feo aquello que posesionaba mi carpeta, pues de ninguna forma lo era, era un horror de pavor, o como solemos decir me dio “roche” estaba sentada en mi lugar, y allí parado en la entrada me encontraba sin mediar exigencia alguna para que ella desalojara mi lugar, opte por retirarme del salón en busca de otra carpeta, puesto que ya no había lugares vacios para sentarme; rápidamente regrese en hombros con mi carpeta, ubicándome al lado de la puerta y de esa manera poder observarla detenidamente, y resulta que escogí el lugar equivocado, la profesora me hizo saber que estaba obstruyendo la salida y que lo mejor era que me sentara al final de la fila donde estaba ella, en lo cual respondí, ¡ aquí estoy bien! La profesora exclamo con voz mofa ¿Acaso le tienes miedo a la señorita o piensas que te va a comer? , en esos momentos deseaba que la tierra me tragara, era el centro de todas las miradas del salón, incluyendo el de ella, poco me falto llorar y salir corriendo como una quinceañera, no tuve más remedio que hacer lo que me pidió, las cosas de un momento a otro se calmaron en cierta forma, y digo en cierta forma pues no sabía cómo pedirle a la bella dama que ocupaba mi carpeta, mi maletín que estaba pisoteando con sus enormes tacos, tan difícil fue que nunca se lo pedí, prefiriendo prestar una hoja a mi compañero para escribir los apuntes de clase, y finalmente terminaron las dos primeras horas de clase y ella abandono la carpeta donde pude recoger mi maletín todo sucio.


En quince minutos empezaban las dos siguientes horas de clase con la misma profesora, tenía miedode entrar, lo hice después de media hora, y para cuando lo hice resulto que la profesora se había tomado la libertad de formar grupos de trabajo en el cual me había incluido en el grupo de ella, otro horror exclame de “roche” entonces me di cuenta que estaba tratando de huir de ella , decidí enfrentar la situación, me acerque al grupo de tres y les pedí reunirnos ese mismo día por la tarde en la plazuela Merino y, así avanzar con el trabajo académico que se nos había encomendado, todo el grupo concertó en la hora y lugar, un tanto temeroso me retiraba, hasta que oí su voz pidiéndome que la recogiera en su departamento, pues no era de la ciudad y posiblemente se podría perder, bueno, dije yo, actuando ser un valiente protector ¡ me das tu dirección y te recojo! Entonces arranco un papel de su cuaderno y yo, yo estaba sudando en esa mañana fría, me entrego el papel y de inmediato como un profesional seductor dije “hummmm espérame, allí estaré”


Y allí estaba, a la hora señalada, con el peinado más formal y con mucha más loción que la de costumbre, y después de tocar la puerta de su departamento, salió ella, una semidiosa casi diosa , orgulloso de mi, por haberme hecho acreedor de semejante trofeo sin haber lidiado con otros lobos. Después de un beso formal en el cachete nos retiramos al encuentro de los otros dos compañeros, no sin antes pedirme que la acompañara a una cabina de internet por cinco minutos, gustoso de la vida lo hice, nos sentamos juntos frente a la computadora y después de un cuadro publicitario pornográfico que encontramos en la computadora, nos miramos nuevamente sonriendo por lo sucedido y sin darme cuenta ella me estaba besando, y sus besos eran agitados, apasionados, excitantes y complacientes, terminamos de hacerlo, (mal pensados, de besarnos ) y ni uno de los dos hizo algún comentario de lo sucedido, esos cinco minutos se prorrogaron en un silencio de inmóviles criaturas ciberespaciales ; y la hora maldita de la despedida llego, confundido por ese silencio la deje en su “departamento” despidiéndonos de la misma forma con la cual nos saludamos.

Llegando a casa me di cuenta que mi cuaderno de apuntes se había quedado con ella, entonces decidí en ir a buscarla para pedirle mi cuaderno, ya tenía una excusa para volver a verla antes de mañana, y antes de salir de casa en su búsqueda me llamo al celular pidiéndome que la vaya a ver, que estaba aburrida, que quería conocer la ciudad, de inmediato le dije “estaré en allá en diez minutos” tome el auto amarillo de la familia y fui en su búsqueda. La lleve a conocer la ciudad, después de unas vueltas ya estaba oscureciendo, entonces decidimos ir a la universidad para ver como era el panorama de noche, no sin antes detenernos a charlar un poco de la vida en un lugar un tanto solitario y oscuro, este lugar estaba muy cerca de la universidad. Después de dos preguntas estúpidas idas de la razón, comenzamos con los besos apasionados y en menos de cinco minutos estábamos haciendo el amor y no era mi imaginación, aun cuando no estábamos completamente desnudos nuestras caricias empañaban las lunas del automóvil, nos la habíamos arreglado para hacerlo pues era un espacio demasiado reducido, éramos dos desadaptados muy normales pero desesperados que depositaban esa energía acumulada por los tiempos de obligada austeridad sexual , donde la formula de la mano no me satisfacía esa verdadera pasión de la carne. Y allí estábamos dos completos desconocidos hirviendo de pasión, hasta que termino ese encuentro de gloria, y me di cuenta de algo muy esencial en una relación de pareja esporádica, saber el nombre de con quién disfrutabas ese placer sobrenatural, regalo de Dioses, y para poder hacer alarde con los amigos.


No sabía cómo decirle "gracias" y llamarla por su nombre; nos vestíamos nuevamente con un silencio que solo rompieron unas luces de un patrullero que llegaron al lugar, seguramente alertado por algún vecino moralista con una juventud insatisfecha sexualmente, me baje del auto con los papeles respectivos, mientras que ella se terminaba de vestir rápidamente, todos mis documentos estaban en orden, el señor policía pregunto qué es lo que hacía en un lugar oscuro y poco transitado, la pregunta era estúpida, aun cuando no nos había encontrado infraganti, nos acusaba de haber alterado el orden público y haber faltado a las buenas costumbres. Entonces exclame un tanto alterado “Esta usted que le falta el respeto a la señorita, solo estamos charlando dentro del automóvil, y estamos aquí debido a que nos dirigíamos a la universidad y el auto se apago de la nada sin poder encenderlo, pero la ayuda ya la solicite a mi familia y deben estar en camino” muy sensata mi explicación, entonces me pidieron el nombre de la señorita, no sabía que decir, pues nunca en el poquísimo tiempo que la conocía había tenido la gentileza de preguntárselo, no encontré más salida inteligente que pedirle que se baje y que presentara su documento de identidad a los señores de la ley, no lo tengo dijo con voz picara, pero dio su nombre completo, fue una salida inteligente y gracias a ellos pude saber su nombre, los señores aun cuando no quedaron conformes con la información brindada, no tuvieron más remedio que marcharse, era propicia la ocasión para disfrutar nuevamente de otro momento más de placer, pero la seguridad de ser atrapados infraganti era latente.


Por primera vez pude llamarle por su nombre, camino a su departamento charlamos de los policías, de lo gracioso que se veían y de la forma como enfrentamos la situación, pero aquella noche nunca hablamos de nuestro encuentro amoroso. Y al despedirnos fue como siempre sería, “un beso en el cachete y nos vemos”. Aquella noche no pude conciliar el sueño, quería tenerla nuevamente en mis brazos, a la mañana siguiente la encontré en la universidad y éramos como dos completos desconocidos , no tenía ni una mirada para mi, aun cuando estábamos tan cerca, yo me sentía con todo el derecho de cuidar de ella, después de ese encuentro y hacerle saber a los demás que era mía, que nadie más la podría mirar o intentar conquistarla; me acerque hacia ella con un hola muy comercial, intente tomarle la mano, me esquivo completamente, quede un tanto avergonzado, su respuesta fue “Hola como estas, tengo clase, nos vemos” quizás era cierto, estaba sobre la hora y no tenía tiempo para un beso de enamorados, mi esperanza era encontrarla a la hora de salida, pues solo los lunes tenía un curso con ella, en la salida no pude verla y nadie me dio razón de ella, fui a verla a su departamento y aun no había llegado, así paso la semana, en la universidad, tenía miedo acercarme a ella por temor a otro rechazo, y esperaba que ella lo hiciera. Ya había perdido la esperanza completamente, llegando a creer que todo lo acontecido lo había soñado.

Finalmente llego el día sábado donde mi creencia de ese encuentro estaba más que seguro era un sueño, conformándome con eso, estaba resignado; inesperadamente recibí su llamada, decía que deseaba verme y decir que la vería en cinco minutos era demasiado tiempo, Salí de inmediato a su encuentro, cuando llegue me saludo como siempre, sin mediar explicación y mucho menos se la pedí del porque de su indiferencia hacia conmigo.

Me pidió un favor que ningún hombre joven dentro de sus cabales podría rechazar, me pidió pasar la noche en mi casa, es decir la casa de mis padres, allí vivía, la razón por la que quería pasar la noche conmigo era porque sus primas habían viajado fuera de la ciudad y temía quedarse sola, de inmediato mi respuesta fue positiva aun cuando no sabía cómo diablos a mi madre le iba a explicar que una amiga quería pasar la noche conmigo en mi recamara, me arregle como entrarla, aquella noche no quería que terminara, explore cada detalle de su cuerpo una y otra vez , amanecí con el deleite de las más ingenuas de sus miradas y me encendió el alma con la mas radiantes de sus sonrisas, me desnudo la piel con sus movimientos, olvidándome del tiempo hasta que sonó el despertador de la seis de la mañana, nos vestimos y salimos corriendo de casa para no ser descubiertos por mi madre, así pasaron varias semanas, en la universidad a veces amigos de un hola y otras veces dos desconocidos de un nada. Era una relación extraña y en cierta forma me sentía usado pero no podía evitarlo, cada qué vez que nos veíamos era para emprender una lucha desenfrenada de sexo.


Una noche en un hotel como era costumbre quería hacer el amor como siempre lo hacíamos, con la luz encendida, y así explotar mi mente morbosa con cada uno de sus movimientos de su cuerpo desnudo, ella repentinamente se opuso, era extraño pues siempre había sido con la luz encendida, me pareció extraño pero finalmente después de insistir acepto, más la sentía actuar con indiferencia, cohibida, insistentemente adhería sus senos con mi pecho, y no dejaba que la mirara de frente abrazándome sin soltar mi cuello. No quise preguntarle lo que ya imaginaba y con sumo cuidado sin que se dé cuenta le mire el pecho, corrobore lo que ya había pasado por mi mente, tenía tres mordiscones muy cerca sus senos, le pedí una explicación, entonces me dijo que había estado jugando con su prima Martha y esta la había mordido, y por muy estúpida que parecía esa respuesta le creí.


Las cosas con ella siempre eran contrarias, se molesto conmigo, se sintió ofendida, exigió que la dejara en su departamento, así lo hice, Aquella crisis fue superada cuando le pedí perdón por desconfiar de ella, que imbécil fui, pedirle perdón. Una tarde me llamo su prima para charlar, me pidió comprar una botella de ron para curar sus heridas de amor, y después de algunos tragos me hizo algunas confesiones de los pecados de su prima; que no era la señorita fiel que yo creía, que se besuqueaba con un viejo de un automóvil rojo, con su enamorado y con algunos otros más. Lógicamente me enfade con ella, defendiéndola con todos los argumentos morales y amicales. No se retractaba aun cuando pedía que lo hiciera, y aseguraba que era cierto, había perdido la razón por el trago, otra excusa más, olvidando la frese que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.

En la tarde jani me llamo para decirme que no la vaya a ver, ya que tenía que estudiar con unas amigas y no le era posible verme, la duda ya estaba sembrada en mí, recordando aquellos moretones por su pecho y las declaraciones de su prima, aun cuando me resistía a creer. Comenzaron mis celos enfermos a causarme dolores de cabeza cuando descubrí que aquella jornada de estudios nunca se llevo a cabo, después de unas llamadas a los posibles lugares donde podría estudiar, nadie de sus amigos de la universidad había concertado en reunirse para estudiar, su prima confirmo que no era la primera vez que pasaba la noche fuera de su departamento.


A la mañana siguiente la espere desde la seis de la mañana fuera de su departamento, media hora más tarde un auto rojo se cuadro en la esquina de donde bajo ella y muy frescamente con una sonrisa de oreja a oreja se acerco ofreciéndome un beso, ese beso que jamás me había dado en la puerta de su departamento, el silencio era una de mis fervientes defensas, sin embargo esa vez no pude mas, le dije que se acercara para luego susurrarmeal oído muy suavemente “Eres una perra que no merece mi amor y si es por dinero me lo hubieras dicho para comprar temporalmente tu fidelidad” me marche del lugar con el corazón destrozado pero estúpidamente pensando en perdonarla. Pasaron dos días para que me confesara que es lo que había pasado esa noche y otras noches cuando se ausentaba de mis brazos y de su departamento.

Fríamente me confesó “confieso haber tenido un romance con el Papá de una amiga, pero nunca me acosté con él, cometí un error, lo siento soy humana, ya termine con el señor y esa es mi verdad, y con el enamorado de mi prima ese día estaba mareada no sabía lo que hacía, te quiero y no quisiera perderte” sin que pueda hacer una pregunta me abrazo y termine perdonándola en la cama. Las cosas ya no volvieron a hacer las mismas, tenía la desconfianza tatuada en mi pecho, me había convertido en su sombra. Odiaba sus vestidos escasos de tela y sus pinturas cubriendo su rostro, la hacían ver como una puta perdida en una calle decente.


Mi vida después de ello no volvió a hacer la misma, me había convertido en su sombra, vigilándola todo el tiempo, asegurándome que me sea fiel, la universidad había pasado a segundo plano, estaba seguro que era feliz con la seguridad de su fidelidad, pero aun algunas lenguas venenosas me confiaban unos certeros cuernos que con el sexo explotaba toda mi ira. Mi cuerpo comenzó a desfallecer a medida, perdiendo peso, descuidándome completamente de mi personalidad, Ella decidió dejarme por alguien que decía haber conocido el día anterior y que estaba completamente enamorada, ese día le pedí charlar y no quiso, de alguna manera la convencí para que subiera al auto con la promesa de no pasar la esquina, apenas su pies dejaron de tocar el piso puse el auto en marcha a toda velocidad, gritándole que se iba a morir conmigo, la lleve a un lugar lejos de la ciudad, atrás de un pueblo joven y mas allá de los matorrales, donde apenas la única luz que nos acompañaba era una luciérnaga, me monte sobre ella tomando con fuerza sus brazos, jurando que la dejaría en paz con la condición que hiciéramos por última vez el amor, la cual no acepto y juraba irse caminando a la ciudad, desafiando todo peligro en el camino, no la deje ir, creyendo que en verdad podría hacerlo, nuevamente me arroje sobre ella con fuerza, y le besaba el cuello insistentemente tratando de encontrar una respuesta de pasión, durante muchas veces me rechazo, sin embargo cuando ya estaba a punto de darme por vencido logre despertar a esa fiera sexual me había robado el alma. Nuestros cuerpos sudaban con el danzar de nuestros cuerpos, pero no podía olvidar que era la última vez que la tenía entre mis brazos.

Aquella noche jure no volverla a ver, la deje afuera de su departamento donde la esperaba su nuevo romance con las ansias de saber en donde había estado, entonces me di una carcajada y me compadecí de él, no sin antes desearles suerte y compadeciéndolo.


Pasaron dos días y para ser sincero extrañaba esas largas batallas desenfrenadas de sexo, pero mi orgullo había vuelto a tomar altura, era improbable que yo volviera a caer en sus brazos y aun cuando me llamaba no asistía a sus citas, resistiendo aquella ardiente tentación tan solo dos minutos de su tercera llamada, porque al minuto siguiente aquel orgullo decayó y en su búsqueda acudí, y la historia de siempre se volvió a dar, solucionando su infidelidad en la cama, donde explotaba toda mi ira, mi frio, mi calor, mi temor, mi paraíso de infierno.


Recuerdo una tarde cuando acudimos a la fiesta de un compañero de universidad, después de libar dos cervezas nuestros cuerpos se calentaron entre una mirada y un vamos, y buscando entre mi bolsillos no encontré ni una moneda para pagar un hotel, pero nuestras ganas eran más grandes que mi miseria, decidimos buscar un lugar lejano y deshabitado, encontrando uno más allá de un pueblito llamado los algarrobos y detrás de un arenal, exactamente a espaldas de la universidad Privada de Piura, siguiendo una carretera ciega que se perdía bajo la sombra de un algarrobo solitario, estacionamos el automóvil, y de inmediato intentábamos apagar ese fuego de amor, entre la sombras de ese solitario algarrobo y la arena inflamada por el implacable sol. Nuestros cuerpos se deshacían y, de vez en cuando un aire ligero nos refrescaba.

Nos perdimos en nuestra locura de pasión hasta que mis ojos advirtieron que una turba de insensatos estaba a muy corta distancia de nosotros y seguían acercandose, amenazando nuestras vidas, nos levantamos desesperados, nuestros cuerpos desnudos estaban atemorizados, de inmediato me coloque en el volante tratando de fugar ileso de esa situación y no había más salida que el huir en retroceso por el mismo camino por donde había entrado, donde más de diez desadaptados lo cubrían, puse el auto en retroceso a toda velocidad, cerrando todas las puertas con seguro y maniobrándolo como todo un profesional del volante, sin importarme si atropellaba a algún desadaptado, fueron segundos de desesperación y de pronto una piedra traspaso la luna de la puerta del piloto, lanzada por uno de ellos, impactando en mi brazo sin que pudiera sentir dolor; nuestros cuerpos desnudos temblaban, ya había recorrido unos 300 metros del lugar de los hechos y entre la llanura del incandescente sol podía visualizar a esa turba de desadaptados, pero me sentía seguro, y aun cuando nuestros cuerpos estaban cubiertos por cientos de pedacitos de vidrios de la luna rota y, apenas limpie su cuerpo desnudo de vidrios, decidimos reanudar la batalla de sexo , creyendo que esta vez nada nos impediría culminar, y a punto de coronarme en la batalla nuevamente me percate que los mismos desadaptados estaban a no más de cien metros, no di marcha atrás, tenía que terminar lo que había empezado por segunda vez, me apresure a dar ese golpe final de emociones perdidas y de glorias conquistadas, y mi cuerpo vibro por la droga del placer y del temor, sin perderlos de vista y empezó la segunda huida, con la diferencia que ellos ya no estaban en el camino de salida.


Aquella tarde de locura fue la más emocionante de mi vida; llegamos a su departamento, e inesperadamente había llegado su madre de visita, estábamos llenos de vidrios, donde la historia de una piedra que cayó cuando pasábamos por una calle donde había una pelea, fue sensata, me presento a su madre como el gran mejor amigo, una sonrisa mofa dibujo mi boca, a los pocos días descubrí que me engañaba con uno de los amigos de su prima, ya no sentí el dolor de la primera vez, solo el deseo de batallar con ella en la cama y en cualquier lugar, quizás supe siempre que me engañaba y yo era el amor numero "sin cuenta y uno más" en sus 19 años de edad.

Una tarde llego a mi casa sin avisarme con anticipación, y fue para decirme que se marchaba, puesto que alguien la esperaba en su ciudad natal para casarse, me opuse, le llore, le suplique que no se marchara que mi vida nunca más podría ser la misma, que me casaría con ella, y Finalmente no acepto quedarse y, en mi desconsuelo le escribí este poema.



Si te vas “Que importa ya”

Pues nunca fuiste para mí

Pero has sido mía,

Cada vez que yo lo quería

Y cada vez que tú me deseabas.

Y aunque no sólo fuiste mía,

Fuiste más mía que de otros,

Porque he penetrado mucho más que en tu pecho,

Mucho más que en tu alma

Y no lo sabes todavía.


Si te vas “Que importa ya”

Pero quédate un momento junto a mí

Para profesarte toda esa agonía

Que sufrirás en mi ausencia día a día,

Entonces sabrás que me amabas

Mucho más allá de tus fantasías,

Que galoparán en salvajes potros

Queriendo motivar aquel amor pasado

Que aún guarda escorias en el alma

De tantas noches que fueron tuyas y mías.


En cuanto termine de recitarle este poema se despidió con dos cachetadas y sin mediar palabra más que la de su mirada indiferente se marcho, aquella noche corrí mi automóvil a más de cien, deseaba morir, pero en esa carrera loca comprendí que solo era el sexo lo que me unía a ella, nunca más volví a saber de Jani. Hasta que alguien una vez me dijo que se fue embarazada y que posiblemente había abortado, pudo ser cierto, pues nunca me cuide, pero lo que más me dolió era que había terminado por casarse.