A mis treinta años tal parece que esa libertad de escribir hubiera volado, y aquella fuerza de amar hubiera enmudecido. Pero mas me sigo sintiendo el mismo de ayer, con el mismo corazon, con la misma alma. Sin embargo aquella pasion de escribir me a abandonado, y aun cuando tengo la musa mas hermosa de mi mundo, que es mi familia, siento que algo me falta.