Son las 3.24 de la madruga de un 14 de febrero, llevo más de una hora despierto, después de darme muchas vueltas en la cama tratando de conciliar el sueño, me doy cuenta que no es posible, y entonces sentí la necesidad de escribir, no supe por dónde empezar, aun cuando son tantas cosas en las que pienso, tantas cosas las que me atemorizan, entre una de ellas la de vivir una vida de soledad; tengo 29 años de edad y soy culpable de muchas cosas, entre ellas la de abandonar ha mi primera hija Alexia Belén, y la palabra abandono me estremece el corazón, duele tanto en el alma, es y sigue siendo una experiencia dolorosa; es difícil en nuestra infancia dar una respuesta sensata cuando una profesora pregunta frente a tus compañeros de clase ¿Por qué no vino tu papa? Y responder “me abandono” , no, yo nunca di esa respuesta, fui la excepción, me invente una excusa sensata “ está muerto” tantas veces lo repetí, que juro que me lo llegue a creer, y lo peor es que no sabía donde llevarle flores y preguntarle porque diablos me abandono; nunca pretendí convertirme en ese hombre en el que siempre odie, maldice y desee que estuviera muerto, me lo jure cientos de veces , y mirándome hoy, me doy cuenta que me estoy convirtiendo en ese. Hoy es cumpleaños de mi hija, ella nunca vivió en el otro lado del mundo, no tiene dirección desconocida, ni ejercito que me impida verla, más que la vergüenza de mi indiferencia, pues ya han pasado cinco años desde que ella nació, y aunque siempre tenía el día propicio para decirle cuanto la amaba, siempre era pospuesto por una fecha pospuesta, hoy no quiero ni debo posponerlo más, es mi oportunidad de verla, de compartir una sonrisa con ella, de generarle un recuerdo bonito, antes de ser rechazado o termine matándome como yo lo hice con el mío, lamento no poder llamarte hija, pues aun cuando eres una niña muy inteligente, a tus cinco años de edad no podrías entenderlo, esta situación es dolorosa, no eres culpable de nada y sin embargo eres la más perjudicada.
Ya va amanecer, me siento nervioso e intranquilo, deseoso de verte y tratando de encontrar una palabra acentuase, exacta y cariñosa, quizás de esa forma sin decirlo pueda encontrar tu perdón, ese perdón que nunca pude dar a mi padre cuando a los dieciocho años de edad lo llegue a conocer. Sé que por ahora no pides excusas, ni buscas respuestas por mi ausencia que pasa desapercibida, porque tu mundo es hermoso, y doy gracias a Dios porque siga siendo asi, pero llegara ese día que te preguntaras donde diablos estuve cuando necesitaste confiar le un secreto a tu padre, necesito estar cerca de ti. Te amo hija, espero que un día puedas perdonarme sin tener que estar lejos ni muerto.