A veces cuando solía escribir, necesitaba estar drogado, drogado de penas y soledad, y lo hacía recordando todo aquello que me hiciere llorar, como la ausencia de un padre o la violenta furia de mi suerte al dejarme herido con un pie que me hizo diferente de jóvenes de mi edad o la indiferencia de una bella mujer que de alguna forma me logro cautivar, yo era un volcán de emociones que entre lagrimas respiraba desesperación, no habían salidas más que la maldita idea de un suicido al entrar en ese rito de depresión extrema, y era consciente de lo que hacía, pues cada vez que lo hacía sabia que cualquier cosa podía suceder, pero siempre creí tener las fuerzas suficientes para no caer más profundo en esa idea de suicidio.
El ser poeta a veces creo que es un deporte extremo, de esos de donde solo expones el alma y dejas el cuerpo. Ya hace tiempo que he dejado de practicar ese rito, de jugar con mis emociones y exponerlas en unas líneas que podrían ser las últimas, pero la verdad era más que emocionante, era cautivador y hasta satisfactorio, quizás porque después de hacerlo te sientes grande, más grande que la historia de Neruda, pero eso es solo ficción.
He vuelto a retomar este blog, donde escribiré toda esa furia, amor, odio, esperanza , sueños y fe, este ha sido y siempre será mi rincón” el rincón del poeta”
El ser poeta a veces creo que es un deporte extremo, de esos de donde solo expones el alma y dejas el cuerpo. Ya hace tiempo que he dejado de practicar ese rito, de jugar con mis emociones y exponerlas en unas líneas que podrían ser las últimas, pero la verdad era más que emocionante, era cautivador y hasta satisfactorio, quizás porque después de hacerlo te sientes grande, más grande que la historia de Neruda, pero eso es solo ficción.
He vuelto a retomar este blog, donde escribiré toda esa furia, amor, odio, esperanza , sueños y fe, este ha sido y siempre será mi rincón” el rincón del poeta”