Mi  vida a los 26 años se  puede decir que la he disfrutado con muchas  mujeres y consecuentemente  mucho sexo, pocas fiestas y casi nada de  trago. Con muy Poco amor pero con  mucho placer. Y esto me lleva a  contarles aquella historia que tuvo co mo centro a una mujer que hizo de  mi  vida en un tiempo no muy lejano un dolor de cabeza.
Recuerdo  que empezaba el primer día del segundo ciclo de  universidad, estaba  desanimado pues el ciclo anterior, no había tenido ni  una conquista, ni  siquiera un pequeño rose con la menos deseada del  salón, pero bien,  empezaba otro ciclo y mi suerte rodaba entre las  nuevas estudiantes. Y  muy tranquilamente empecé mis dos primeras clases,  me senté en la parte  final del salón para tener una mejor visión del  panorama de los  pasillos que parecían una pasarela de bellezas desfilando  ante mí y,  fue entonces cuando me fije en una mujer más apetecible que  las  anteriores, de una figura esbelta, cabellos negros, estaba seguro  que  me estaría buscando entre los salones, así lo pensé con una sonrisa  de  villano, hasta que la perdí de vista entre el pasadizo y la puerta del  salon,  mis ojos sintieron la necesidad urgente de volver  a presenciar  esa  belleza, entonces salí en busca de ella y en la puerta ya saliendo  mi  boca y su boca estaban más cerca que nunca, era el sueño más rápido  que  se me había cumplido sin hacer ninguna plegaria anticipada, y allí  estaba  frente a mí iluminandome con su mirada y su aliento que quemaba a  viva voz, mis labios, entonces la bese , la bese con un beso colmado   de imaginación, y haciéndome a un lado dije” permiso”, y sin regresar a   mirarla me dirigí al baño muy sonrojado. 
El  gran conquistador con algunas guerras  perdidas en los últimos meses  había tenido otra derrota ; no estaba  seguro de lo que había sucedido,  ya después de haberme refrescado  la  cara con un poco de agua regresaba  al salón más calmado, y !horror! y no  lo digo porque algo feo aquello  que posesionaba mi carpeta, pues de  ninguna forma lo era, era un horror  de pavor, o como solemos decir me  dio “roche” estaba sentada en mi  lugar, y allí parado en la entrada me  encontraba sin mediar exigencia  alguna para que ella desalojara mi  lugar, opte por retirarme del salón  en busca de otra carpeta, puesto que  ya no había lugares vacios para  sentarme; rápidamente regrese en  hombros con mi carpeta, ubicándome al  lado de la puerta y de esa manera  poder  observarla detenidamente, y resulta que escogí  el lugar equivocado, la  profesora me hizo saber que estaba obstruyendo  la salida y que lo mejor  era que me sentara al final de la  fila donde  estaba ella, en lo cual respondí, ¡ aquí estoy bien! La  profesora  exclamo con voz mofa ¿Acaso le tienes miedo a la señorita o  piensas que  te va a comer? , en esos momentos deseaba que la tierra me  tragara,  era el centro de todas las miradas del salón, incluyendo el de ella,  poco me falto  llorar y salir corriendo como una quinceañera, no tuve  más remedio que  hacer lo que me pidió, las cosas de un momento a otro  se calmaron en  cierta forma, y digo en cierta forma pues no sabía cómo  pedirle a la  bella dama que ocupaba mi carpeta, mi maletín que estaba  pisoteando con  sus enormes tacos, tan difícil fue que nunca se lo pedí,  prefiriendo  prestar una hoja a mi compañero para escribir los apuntes  de clase, y  finalmente terminaron las dos primeras horas de  clase  y ella abandono la carpeta donde  pude recoger mi  maletín todo sucio. 
En  quince minutos empezaban las dos siguientes horas de clase con la   misma profesora, tenía miedode entrar, lo hice después de media hora, y   para cuando lo hice resulto que la profesora se había tomado la  libertad  de formar grupos de trabajo en el cual me había incluido en el  grupo de  ella, otro horror exclame de “roche” entonces me di cuenta  que estaba  tratando de huir de ella , decidí enfrentar la situación, me  acerque al  grupo de tres y les pedí reunirnos ese mismo día por la  tarde en la  plazuela Merino y, así avanzar con el trabajo académico que  se nos  había encomendado, todo el grupo concertó  en  la  hora y lugar, un tanto temeroso me retiraba, hasta que oí su voz   pidiéndome que la recogiera en su departamento, pues no era de la ciudad   y posiblemente se podría perder, bueno, dije yo, actuando ser un   valiente protector ¡ me das tu dirección y te recojo! Entonces arranco   un papel de su cuaderno y yo, yo estaba sudando en esa mañana fría, me   entrego el papel y de inmediato como un profesional seductor dije   “hummmm espérame, allí estaré” 
Y  allí estaba, a la hora señalada, con el peinado más formal y con  mucha  más loción que la de costumbre, y después de tocar la puerta de su   departamento, salió ella, una semidiosa casi diosa , orgulloso de mi, por haberme hecho acreedor de semejante trofeo sin haber  lidiado con otros lobos.  Después de un beso formal en el cachete nos  retiramos al encuentro de  los otros dos compañeros, no sin antes pedirme  que la acompañara a una  cabina de internet por cinco minutos, gustoso  de la vida lo hice, nos  sentamos juntos frente a la computadora y  después de un cuadro   publicitario pornográfico que encontramos en la computadora,  nos  miramos nuevamente sonriendo por lo sucedido y sin darme cuenta ella me   estaba besando, y sus besos eran agitados, apasionados, excitantes y   complacientes, terminamos de hacerlo, (mal pensados, de besarnos ) y ni   uno de los dos hizo algún comentario de lo sucedido, esos cinco minutos  se prorrogaron en un silencio de inmóviles criaturas ciberespaciales ;  y  la hora maldita de la despedida llego, confundido por ese silencio  la  deje en su “departamento” despidiéndonos de la misma forma con la  cual  nos saludamos.
Llegando  a casa me di  cuenta que mi cuaderno de apuntes se había quedado con  ella, entonces  decidí en ir a buscarla para pedirle mi cuaderno, ya  tenía una excusa  para volver a verla antes de mañana, y antes de salir  de casa en su  búsqueda me llamo al celular pidiéndome que la vaya a  ver, que estaba  aburrida, que quería conocer la ciudad, de inmediato le  dije “estaré en  allá en diez minutos” tome el auto amarillo de la  familia y fui en su  búsqueda. La lleve a conocer la ciudad, después de  unas vueltas ya  estaba oscureciendo, entonces decidimos ir a la  universidad para ver  como era el panorama de noche, no sin antes  detenernos a charlar un poco  de la vida en un lugar un tanto solitario y  oscuro, este lugar estaba  muy cerca de la universidad. Después de dos  preguntas estúpidas idas de  la razón, comenzamos con los besos  apasionados y en menos de cinco  minutos estábamos haciendo el amor y no  era mi imaginación, aun cuando  no estábamos completamente desnudos  nuestras caricias empañaban las  lunas del automóvil, nos la habíamos  arreglado para hacerlo pues era un  espacio demasiado reducido, éramos  dos desadaptados muy normales pero  desesperados que depositaban esa  energía acumulada por los tiempos de  obligada austeridad sexual , donde  la formula de la mano no me  satisfacía esa verdadera pasión de la  carne. Y allí estábamos dos  completos desconocidos hirviendo de pasión,  hasta que termino ese  encuentro de gloria, y me di cuenta de algo muy  esencial en una relación  de pareja esporádica, saber el nombre de con  quién disfrutabas ese  placer sobrenatural, regalo de Dioses, y  para  poder hacer alarde con los amigos.
No  sabía cómo decirle "gracias" y llamarla por su nombre; nos  vestíamos  nuevamente con un silencio que solo rompieron unas luces de un   patrullero que llegaron al lugar, seguramente  alertado   por algún vecino moralista con una juventud insatisfecha sexualmente,   me baje del auto con los papeles respectivos, mientras que ella se   terminaba de vestir rápidamente, todos mis  documentos   estaban en orden, el señor policía pregunto qué es lo que hacía en un   lugar oscuro y poco transitado, la pregunta era estúpida, aun cuando no   nos había encontrado infraganti, nos acusaba de haber alterado el  orden  público y haber faltado a las buenas costumbres. Entonces exclame  un  tanto alterado “Esta usted que le falta el respeto a la señorita,  solo  estamos charlando dentro del automóvil, y estamos aquí debido a  que nos  dirigíamos a la universidad y el auto se apago de la nada sin  poder  encenderlo, pero la ayuda ya la solicite a mi familia y deben  estar en  camino” muy sensata mi explicación, entonces me pidieron el  nombre de la  señorita, no sabía que decir, pues nunca en el poquísimo  tiempo que la  conocía había tenido la gentileza de preguntárselo, no  encontré más  salida inteligente que pedirle que se baje y que  presentara su documento  de identidad a los señores de la ley, no lo  tengo dijo con voz picara,  pero dio su nombre completo, fue una salida  inteligente y gracias a  ellos pude saber su nombre, los señores aun  cuando no quedaron conformes  con la información brindada, no tuvieron  más remedio que marcharse, era  propicia la ocasión para disfrutar  nuevamente de otro momento más de  placer, pero la seguridad de ser  atrapados infraganti era latente. 
Por  primera vez pude llamarle por su nombre, camino a su  departamento  charlamos de los policías, de lo gracioso que se veían y de  la forma  como enfrentamos la situación, pero aquella noche nunca  hablamos de  nuestro encuentro amoroso. Y al despedirnos fue como siempre  sería, “un  beso en el cachete y nos vemos”. Aquella noche no pude  conciliar el  sueño, quería tenerla nuevamente en mis brazos, a la mañana  siguiente  la encontré en la universidad y éramos como dos completos  desconocidos ,  no tenía ni una mirada para mi, aun cuando estábamos tan  cerca, yo me  sentía con todo el derecho de cuidar de ella, después de  ese encuentro y  hacerle saber a los demás que era mía, que nadie más la  podría mirar o  intentar conquistarla; me acerque hacia ella con un hola  muy  comercial, intente tomarle la mano, me esquivo completamente, quede  un  tanto avergonzado, su respuesta fue “Hola como estas, tengo clase,  nos  vemos” quizás era cierto, estaba sobre la hora y no tenía tiempo  para  un beso de enamorados, mi esperanza era encontrarla a la hora de   salida, pues solo los lunes tenía un curso con ella, en la salida no   pude verla y nadie me dio razón de ella, fui a verla a su departamento y   aun no había llegado, así paso la semana, en la universidad, tenía   miedo acercarme a ella por temor a otro rechazo, y esperaba que ella lo   hiciera. Ya había perdido la esperanza completamente, llegando a creer   que todo lo acontecido  lo había soñado.
Finalmente  llego el día sábado donde mi  creencia de ese encuentro estaba más que  seguro era un sueño,  conformándome con eso, estaba resignado;  inesperadamente recibí su  llamada, decía que deseaba verme y decir que  la vería en cinco minutos  era demasiado tiempo, Salí de inmediato a su  encuentro, cuando llegue  me saludo como siempre, sin mediar explicación y mucho  menos se la pedí del porque de su indiferencia hacia conmigo. 
Me pidió un favor que ningún hombre  joven dentro de sus cabales podría rechazar, me pidió  pasar  la noche en mi casa, es decir la casa de mis padres, allí vivía, la  razón por la que quería pasar la noche conmigo era  porque   sus primas habían viajado fuera de la ciudad y temía quedarse sola, de   inmediato mi respuesta fue positiva aun cuando no sabía cómo diablos a   mi madre le iba a explicar que una amiga quería pasar la noche conmigo   en mi recamara, me arregle como entrarla, aquella noche no quería que   terminara, explore cada detalle de su cuerpo una y otra vez , amanecí con el deleite de las más  ingenuas de sus miradas y me encendió el alma con la mas radiantes de  sus sonrisas,  me desnudo la piel con sus movimientos, olvidándome  del tiempo hasta  que sonó el despertador de la seis de la mañana, nos  vestimos y salimos  corriendo de casa para no ser descubiertos por mi  madre, así pasaron  varias semanas, en la universidad a veces amigos de  un hola y otras  veces dos desconocidos de un nada. Era una relación  extraña y en cierta  forma me sentía usado pero no podía evitarlo, cada  qué vez que nos  veíamos era para emprender una lucha desenfrenada de  sexo.
Una  noche en un hotel como era costumbre quería hacer el amor como  siempre  lo hacíamos, con la luz encendida, y así explotar mi mente  morbosa con  cada uno de sus movimientos de su cuerpo desnudo, ella  repentinamente  se opuso, era extraño pues siempre había sido con la luz  encendida, me  pareció extraño pero finalmente después de insistir  acepto, más la  sentía actuar con indiferencia, cohibida, insistentemente  adhería sus  senos con mi pecho, y no dejaba que la mirara de frente  abrazándome sin  soltar mi cuello. No quise preguntarle lo que ya  imaginaba y con sumo  cuidado sin que se dé cuenta le mire el pecho,  corrobore lo que ya  había pasado por mi mente, tenía tres mordiscones  muy cerca sus senos,  le pedí una explicación, entonces me dijo que había  estado jugando con  su prima Martha y  esta la  había mordido, y por muy estúpida que parecía esa respuesta le creí. 
Las  cosas con ella siempre eran contrarias, se molesto conmigo, se  sintió  ofendida, exigió que la dejara en su departamento, así lo hice,  Aquella  crisis fue superada cuando le pedí perdón por desconfiar de  ella, que  imbécil fui, pedirle  perdón. Una tarde  me llamo  su prima para charlar, me pidió comprar una botella de ron para  curar  sus heridas de amor, y después de algunos tragos me hizo algunas   confesiones de los pecados de su prima; que no era la señorita fiel que   yo creía, que se besuqueaba con un viejo de un automóvil rojo, con su   enamorado y con algunos otros más. Lógicamente me enfade con ella,   defendiéndola con todos los argumentos morales y amicales. No se   retractaba aun cuando pedía que lo hiciera, y aseguraba que era cierto,   había perdido la razón por el trago, otra excusa más, olvidando la  frese  que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.
En  la tarde jani me llamo para decirme  que no la vaya a ver, ya que tenía  que estudiar con unas amigas y no le  era posible verme, la duda ya  estaba sembrada en mí, recordando aquellos  moretones por su pecho y las  declaraciones de su prima, aun cuando me  resistía a creer. Comenzaron  mis celos enfermos a causarme dolores de  cabeza cuando descubrí que  aquella jornada de estudios nunca se llevo a  cabo, después de unas  llamadas a los posibles lugares donde podría  estudiar, nadie de sus  amigos de la universidad había concertado en  reunirse para estudiar, su  prima confirmo que no era la primera vez que  pasaba la noche fuera de  su departamento.
A  la mañana siguiente la espere desde la seis de la mañana fuera de  su  departamento, media hora más tarde un auto rojo se cuadro en la  esquina  de donde bajo ella y muy frescamente con una sonrisa de oreja a  oreja  se acerco ofreciéndome un beso, ese beso que jamás me había dado  en la  puerta de su departamento, el silencio era una de mis fervientes  defensas, sin embargo esa vez no pude mas, le dije que  se acercara para luego susurrarmeal oído muy suavemente “Eres una perra que no merece mi amor y si es  por dinero me lo hubieras dicho para comprar temporalmente tu fidelidad”  me  marche del lugar con el corazón destrozado pero estúpidamente  pensando  en perdonarla. Pasaron dos días para que me confesara que es  lo que  había pasado esa noche y otras noches cuando se ausentaba de mis  brazos  y de su departamento.
Fríamente  me confesó “confieso haber  tenido un romance con el Papá de una amiga,  pero nunca me acosté con él,  cometí un error, lo siento soy humana, ya  termine con el señor y esa es  mi verdad, y con el enamorado de mi  prima ese día estaba mareada no  sabía lo que hacía, te quiero y no  quisiera perderte” sin que pueda  hacer una pregunta me abrazo y termine  perdonándola en la cama. Las  cosas ya no volvieron a hacer las mismas,  tenía la desconfianza tatuada  en mi pecho, me había convertido en su  sombra. Odiaba sus vestidos  escasos de tela y sus pinturas cubriendo su  rostro, la hacían ver como una puta perdida en una calle decente.
Mi  vida después de ello no volvió a hacer la misma, me había  convertido  en su sombra, vigilándola todo el tiempo, asegurándome que me  sea fiel,  la universidad había pasado a segundo plano, estaba seguro  que era  feliz con la seguridad de su fidelidad, pero aun algunas lenguas   venenosas me confiaban unos certeros cuernos que con el sexo explotaba   toda mi ira. Mi cuerpo comenzó a desfallecer a medida, perdiendo peso,   descuidándome completamente de mi personalidad, Ella decidió dejarme por   alguien que decía haber conocido el día anterior y que estaba   completamente enamorada, ese día le pedí charlar y no quiso, de alguna   manera la convencí para que subiera al auto con la promesa de no pasar   la esquina, apenas su pies dejaron de tocar el piso puse el auto en   marcha a toda velocidad, gritándole que se iba a morir conmigo, la lleve   a un lugar lejos de la ciudad, atrás de un pueblo joven y mas allá de   los matorrales, donde apenas la única luz que nos acompañaba era una   luciérnaga, me monte sobre ella tomando con fuerza sus brazos, jurando   que la dejaría en paz con la condición que hiciéramos  por   última vez el amor, la cual no acepto y juraba irse caminando a la   ciudad, desafiando todo peligro en el camino, no la deje ir, creyendo   que en verdad podría hacerlo, nuevamente me arroje sobre ella con   fuerza, y le besaba el cuello insistentemente tratando de encontrar una   respuesta de pasión, durante muchas veces me rechazo, sin embargo  cuando  ya estaba a punto de darme por vencido logre despertar a esa  fiera  sexual me había robado el alma. Nuestros cuerpos sudaban con el  danzar  de nuestros cuerpos, pero no podía olvidar que era la última vez  que la  tenía entre mis brazos. 
Aquella noche jure no volverla a ver, la  deje afuera de su departamento donde  la  esperaba  su nuevo romance con las ansias de saber en donde había  estado,  entonces me di una carcajada y me compadecí de él, no sin antes   desearles suerte y compadeciéndolo.
Pasaron  dos días y para ser sincero extrañaba esas largas batallas   desenfrenadas de sexo, pero mi orgullo había vuelto a tomar altura, era   improbable que yo volviera a caer en sus brazos y aun cuando me llamaba   no asistía a sus citas, resistiendo aquella ardiente tentación tan  solo  dos minutos de su tercera llamada, porque al minuto siguiente  aquel  orgullo decayó y en su búsqueda acudí, y la historia de siempre  se  volvió a dar, solucionando su infidelidad en la cama, donde  explotaba  toda mi ira, mi frio, mi calor, mi temor, mi paraíso de  infierno. 
Recuerdo  una tarde cuando acudimos a la fiesta de un compañero de  universidad,  después de libar dos cervezas nuestros cuerpos se  calentaron entre una  mirada y un vamos, y buscando entre mi bolsillos no  encontré ni una  moneda para pagar un hotel, pero nuestras ganas eran  más grandes que mi  miseria, decidimos buscar un lugar lejano y  deshabitado, encontrando uno  más  allá de un pueblito llamado los algarrobos y detrás de un arenal,  exactamente a espaldas de  la  universidad Privada  de Piura, siguiendo una carretera ciega que se  perdía bajo la sombra de  un algarrobo solitario, estacionamos el  automóvil, y de inmediato  intentábamos apagar ese fuego de amor, entre  la sombras de ese solitario  algarrobo y  la arena inflamada por el implacable  sol. Nuestros cuerpos se deshacían  y, de vez en  cuando un aire ligero nos refrescaba. 
Nos  perdimos en nuestra locura de pasión  hasta que mis ojos advirtieron  que una turba de insensatos estaba a muy  corta distancia de nosotros y  seguían acercandose, amenazando nuestras  vidas, nos levantamos  desesperados, nuestros cuerpos desnudos estaban  atemorizados, de  inmediato me coloque en el volante tratando de fugar  ileso de esa  situación y no había más salida que el huir en  retroceso  por el mismo camino por donde había entrado,  donde más de diez  desadaptados lo cubrían, puse el auto en retroceso a  toda velocidad,  cerrando todas las puertas con seguro y maniobrándolo  como todo un  profesional del volante, sin importarme si atropellaba a  algún  desadaptado, fueron segundos de desesperación y de pronto una  piedra  traspaso la luna de la puerta del piloto, lanzada por uno de  ellos,  impactando en mi brazo sin que pudiera sentir dolor; nuestros  cuerpos  desnudos temblaban, ya había recorrido unos  300   metros del lugar de los hechos y entre la llanura del incandescente sol   podía visualizar a esa turba de desadaptados, pero me sentía seguro, y  aun cuando nuestros cuerpos estaban cubiertos  por cientos de pedacitos de vidrios de la luna rota y,  apenas limpie su cuerpo desnudo de vidrios,  decidimos  reanudar  la  batalla de sexo , creyendo que esta  vez nada nos impediría culminar, y  a punto de coronarme en la batalla  nuevamente me percate que los  mismos desadaptados estaban a no más de  cien metros, no di marcha  atrás, tenía que terminar lo que había  empezado por segunda vez, me  apresure a dar ese golpe final de emociones  perdidas y de glorias  conquistadas, y mi cuerpo vibro por la droga del  placer y del temor,  sin perderlos de vista y  empezó  la segunda huida, con la diferencia que ellos ya no estaban en el  camino de salida.
Aquella  tarde de locura fue la más emocionante de mi vida; llegamos a  su  departamento, e inesperadamente había llegado su madre de visita,   estábamos llenos de vidrios, donde la historia de una piedra que cayó   cuando pasábamos por una calle donde había una pelea, fue sensata, me   presento a su madre como el gran mejor amigo, una sonrisa mofa dibujo mi   boca,  a los pocos días descubrí que me engañaba   con uno de los amigos de su prima, ya no sentí el dolor de la primera   vez, solo el deseo de batallar con ella en la cama y en cualquier  lugar,  quizás supe siempre que me engañaba y yo era el amor numero "sin  cuenta y uno más" en sus 19 años de edad. 
Una  tarde llego a mi casa sin avisarme  con anticipación, y fue para  decirme que se marchaba, puesto que alguien  la esperaba en su ciudad  natal para casarse, me opuse, le llore, le  suplique que no se marchara  que mi vida nunca más podría ser la misma,  que me casaría con ella, y  Finalmente no acepto  quedarse y, en mi desconsuelo le escribí este poema.
Si te vas “Que importa ya”
Pues nunca fuiste para mí
Pero has sido mía,
Cada vez que yo lo quería
Y cada vez que tú me deseabas.
Y aunque no sólo fuiste mía,
Fuiste más mía que de otros,
Porque he penetrado mucho más que en tu  pecho,
Mucho más que en tu alma
Y no lo sabes todavía.
Si te vas “Que importa ya”
Pero quédate un momento junto a mí 
Para profesarte toda esa agonía
Que sufrirás en mi ausencia día a día,
Entonces sabrás que me amabas
Mucho más allá de tus fantasías,
Que galoparán en salvajes potros
Queriendo motivar aquel amor pasado
Que aún guarda escorias en el alma
De tantas noches que fueron tuyas y  mías.
En cuanto termine de recitarle este poema se despidió con dos cachetadas y sin mediar palabra más que la de su mirada indiferente se marcho, aquella noche corrí mi automóvil a más de cien, deseaba morir, pero en esa carrera loca comprendí que solo era el sexo lo que me unía a ella, nunca más volví a saber de Jani. Hasta que alguien una vez me dijo que se fue embarazada y que posiblemente había abortado, pudo ser cierto, pues nunca me cuide, pero lo que más me dolió era que había terminado por casarse.